No huyan.

No teman de la oscuridad que aquí se pueda encontrar. No come a las personas, no las absorbe. Sólo formarán parte de un mundo loco.
Entre sin miedo.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Distancia.

Algo horrible. Separa, duele; entristece.
Se supera.
Sí, se puede pasar: tiempo al tiempo. Pero no es fácil... hace daño. Te mata por dentro. Inunda tus ojos de lágrimas, saca lo peor de ti. Tu autoestima se niega a seguir su trabajo, te destroza por dentro y hace ruinas tu ser; arruina tus esperanzas y hace añicos lo deseado. Doloroso. Sí, insufrible. Te quita las sonrisas y las ganas de luchar, de vivir... de existir. Te hace creer que tu mundo es tan frágil como cualquier palito que por la calle puedas encontrar. Es más, tú mundo es esa persona separada de tí. Es tu corazón, tu ilusión, tu esperanza, tu todo. Has de ser fuerte, tienes que creer que la Distancia no os va a marcar: todo pasará. Ya que no hay mal que por bien no venga dos años pasarán como llevados por el viento. Y lo sé. Porque yo te quiero. No sé que sentirás tú; sé que lo dices pero no puedo empatizarme con tus sentimientos. Yo sé que cada vez que bajo del tren, maleta a cuestas, y te veo al fondo del andén inunda de alegría el corazón y me libera de estrés. O verte a ti bajar de él puede provocarme lo mismo en cuestión de segundos.
No es bonito y lo sé. Verte bajar del vagón dejándome a mi dentro, despedirte con un beso y un corazón desde la ventana o bajar yo de él sabiendo que te irás en cuestión de minutos hasta la próxima semana... es horrible. Aún más lo es oírte al otro lado del teléfono diciéndome que me echas de menos, que esto es lo peor, que me necesitas allí. Cariño, yo también lo siento y me entristece pensar el mal que te hace. Pero hay que ser fuertes porque, tal mes como es este dentro de dos añitos, se pasará todo. El comienzo de una nueva vida. El destrozo de la Distancia y proclamarnos con la victoria sobre el tópico de que nos iba a separar. No dudes jamás que yo voy a estar allí y que por mí la Distancia puede jodernos lo que quiera que yo te juro por lo que más quiero - que eres tú - que yo voy a soportar los dos años, la Distancia y cargarme a la chica de Grito a mordiscos, si es necesario, para estar a tu lado sin necesidad de más tren, ¿vale?
Y me importa una mierda lo que digan, lo que pase, los tópicos o paranoias. Yo te quiero y eso no cambia. Para mí, esto es eterno.
16.05.2010

Su juego.

Él fue su jugador y ella fue la ganadora. Jugaron a un juego los dos, el que ella propuso sonriendo a la pared, que fue su final. Lento, doloroso, siniestro; simplemente, sucio. Cada esquina es peligrosa en su rol. Un ciclo vicioso, continuo, amargo; les ha llevado a esto.
Pero es su momento de venganza; es su oportunidad de matar: él clama sangre, su sangre. Sabe cómo hacerlo, cómo lograrlo. Fue envenenándola poco a poco, la desangró gota a gota. Pero ella no es tonta, oh no, claro que no. Su juego de rol ha comenzado otra vez. Él quiere jugar a matarla; ella, desea la muerte inminente. Eso sí: no se lo pondrá fácil. Para llegar a ella, para cubrirse con su sangre y hacerse con la victoria deberá jugar a su propio juego, un juego un tanto... sádico.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Odio.

Un día te despiertas. Notas tu cuerpo cansado, pesado. Colocas tus pies, con cierta delicadeza, en el frío suelo. Miras tus pies; no son como los recuerdas. Te levantas de la cama y te notas sin fuerza. Te arrastras hasta el baño y te dejas caer sobre tus brazos, que antaño fueron fuertes, enfrente del espejo. Diriges tus ojos a tu reflejo, te repugna lo que ves: tu pelo largo ya no tiene brillo, (tal vez se lo llevó el mismo que robó tu sonrisa, tu ilusión, tus ganas de vivir), y cae lacio y sin vida por los lados de tu pálida cara. ¿Te acuerdas de los días en los que cuidabas tu perfecto moreno? Ya no están. Se fueron con las ganas de arreglarte. Tus labios ya no son carnosos: ahora las grietas de la edad los marcan. Ya sientes de nuevo las lágrimas en tus ojos, y eso que creías que ya no te quedaban; duele. Más que dolor es: Odio. Odio a tu mera existencia. Tienes que acabar, quieres vivir.
Un golpe seco en el lugar oportuno destroza el espejo. Los siete años de mala suerte los cambias por siete cortes. Siete líneas sangrientas que se dibujan en tu brazo. Siete caminos para dejar de Odiar. Pero, siete vidas no hay.