No huyan.

No teman de la oscuridad que aquí se pueda encontrar. No come a las personas, no las absorbe. Sólo formarán parte de un mundo loco.
Entre sin miedo.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Poema de Invictus.

En la noche que me envuelve,
negra como un pozo insoldable,
agradezco a los dioses, si existen
mi espíritu inconquistable.
Caído en las garras de las circunstancias,
he gemido pero no he llorado en voz alta.
Ante las puñaladas que me deparó el azar,
mi cabeza sangra, pero no me he postrado.
Más allá de este lugar de furia y de lágrimas,
yacen los horrores de la sombra.
Pero la amenaza de los años me encuentra
y me encontrará, sin miedo.
No importará cuán estrecho sea el camino,
cuán cargada de castigo la existencia.
Soy el dueño de mi destino.
Soy el capitán de mi alma.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Me quedo quieta, sola; de pie.Espero una respuesta a la pregunta jamás hecha...

¿Por qué?
(Parte primera: Cuando el amor llama a tu puerta y tú no tienes fuerzas para responder...)
Oir su voz es aturdidor. Me confunde y me distrae. Me deja tendida a un borde de las sombras del pasado que quieren llevarme de nuevo con esos horribles recuerdos a los que yo ya negué visión en mi cabeza, los quiero olvidar para siempre. Parece que es imposible.
- Pa... Patrick... - susurro.
- Mía, cuánto tiempo sin verte. Te he echado tanto de menos... - él se acerca a mí. Tengo el impulso de correr pero mis piernas no responden a mis nervios. Es como si algo se hubiese interpuesto entre su conexión. Sé que es la influencia suya. Su dedo corazón e índice rozan mi mejilla. Su tacto es tan cálido y suave... - Y yo aún te quiero...
- Mientes. Siempre lo has hecho.
- ¿Qué te hizo pensar eso? - su rostro angelical se coloca a apenas diez centímetros delante de mí. Sus ojos azules penetran en mi alma y noto como mi rostro se relaja, como me envuelve su presencia; me tiene controlada.
No me doy cuenta de cómo la gente abandona la sale; incluida, Valeria. Nos quedamos solos en ese cuarto casi a oscuras.
- Pues... - tengo los labios secos. Me los humedezco con la punta de la lengua y Patrick entiende mal: me besa. Me aparto con fuerza pero su mano es más ágil y me atrapa, me secuestra con su cuerpo y me obliga a mirarle a los ojos. - Porque me usaste. Porque tú nunca me quisiste, Patrick. ¡Admítelo! Cuando estábamos juntos "intimidando" apagabas la luz para no verme, - comienzo a enumerar - nunca me miraste a los ojos y si lo hacías era de reojo, tú decías cuando debíamos hablar y cuando no, me quitabas las ilusiones con tus palabras, me traías a la realidad para hacerme sufrir y me trataste cual... cual desecho humano. Me... Me... Me maltr...
- ¡Te cuidé! - gritó. Sus manos se hunden con fuerza en mis costillas. Dolor; otra vez. - ¡Yo te dí todo lo que jamás tú tuviste! ¡Más que nadie! No te das cuenta de que el simple hecho de besarte, ¡era un gran favor! Por favor, eres una desconsiderada... - frunce el ceño y su rostro se torna agresivo, su voz amenazadora y sus palabras, cuchillos. Me apreta más contra él, hunde sus dedos en mi piel y la retorció. No pude reprimir un chillido. La música me lo acalla. - Debería haberte enseñado mejor a no irte cuando tuve ocasión. - Su mano se levanta con ansia. Me encogo, me escondo dentro de mi ser para no sentirla.
Imposible. Jamás se puede huir del dolor por mucho que trates de dejarlo a un lado. Siempre va a estar ahí. Y es lo que yo vuelvo a sentir cuando su mano toma contacto con mi rostro. Es volver al pasado, a esa época en la que dormía con miedo a no despertar jamás; cuando tenía miedo de llegar tarde a casa o de no tener sus cosas listas a tiempo. Cada fallo podía costarme la vida; todo era peligroso cuando estaba con él. Y ahora me vuelvo a acordar de ese horrible sufrimiento, de ese sabor a hierro en la boca.
Vuelvo a sentir su amor chocar contra mi cara.
- ¡ERES MÍA! ¿Cuándo te va a quedar claro, joder? Si no te hubieses ido de mi lado, ¡esto no estaría pasando! - me chilla. Sus manos se dirigen hacia mi garganta y mi espalda choca contra la pared. Me gana en fuerza, en masa muscular; en todo. Le sobra una mano de mi cuello que la dirige a acariciarme el rostro. - Sabes que yo no te quiero hacer daño... Que sólo quiero que te quedes conmigo. Pero tú, ¡no lo pones fácil! - su mano libre abofetea mi mejilla. Con la fuerza con la que me sujeta por el cuello apenas puedo dejar que mi cabeza siga su inercia y gire. Ya no siento el suelo bajo mis pies. - ¡Joder! ¿Por qué lo haces todo tan difícil? ¡Con lo fácil que es quedarse en un buen hogar!
- ¡Tú no me quieres! - grito. Trato de defenderme pegándole en el pecho con los puños pero apenas me quedan fuerzas, no le hago nada. - ¡Nunca lo has hecho! ¡Sólo has sabido maltratarme! - Su puño se encuentra con mi estómago, inevitablemente le escupo sangre a la cara.
- ¡Da igual que te quiera o no! ¡Eres mía! Sólo mía, ¿sabes? - su voz disminuye el volumen. - Te quiero. Siempre te he querido, Mía.
- Mentira.
Sus dedos se funden en mi cuello y noto como topan con la Aorta y la Yugular. No parece que vaya a disminuir la presión sino queinsiste en mover los dedos sobre ellas. Duele. Me ahoga. Sus puño libre apreta el lugar dónde se encuentra mi corazón. Sus dedos se hunden, parece que quiera arrancarme el corazón. No es la primera vez que lo hace, no es la primera vez que dice que algún día se comerá mi corazón para que estemos siempre juntos.
Yo no quiero.
- Eres mía, sólo mía.
Voy a jugar mi última carta.
- Sí, soy Mía. M-Í-A. Pero yo no soy TUYA. - Con las pocas fuerzas que me quedan le proporciono una patada en su intimidad.
Y me suelta de un golpe para retorcerse de dolor. Aprovecho que está de rodillas en el suelo para huir. Me llevo las manos al cuello para tratar de calmar el dolor y permitir que el aire entre mejor al cuello. Corro a duras penas hasta la puerta y uso el resto de mis fuerzas para tratar de abrir la puerta. Está cerrada; por fuera. Grito con insistencia suplicando ayuda, sé que nadie me va a abrir.
Un grito tras de mí me insta a girarme. No es buena idea. Patrick se lanza sobre mí y, agarrándome por los hombros, choca mi cabeza contra el frío suelo de mármol. Cinco veces. Desearía que me proporcionase ya la muerte pero sé que no se me dará ese gusto. Coloco mis manos en su pecho y empujo con fuerza, con la poca restante. Imposible. No hay forma humanda de quitarlo de encima. Con una mano agarra mi brazo derecho y tira con fuerza de él. Grito de dolor, del intenso sufrimiento que el dislocamiento de mi hombro supone.
- Eres una zorra malnacida... - se ríe. - Si quisieses vivir me hubieses matado en el instante que tenías la pistola ese último día que nos vimos. Pero no lo hiciste. Cobarde.
- No lo hice porque te quería... - sollozo.
- Y porque lo sigues haciendo. - Su mano vuelve a mi cuello - ¡Y ese es el peor error que puedes cometer en tu vida!
Su mano derecha se dirige atrás y saca algo. Brilla con la escasa luz del ambiente. Un cuchillo.
- ¡No! - grito - ¡No lo hagas, por favor! - me falta el aire - ¡Volveré contigo pero no me mates! - las lágrimas se deslizan por mis mejillas y llegan a su mano.
No me hace caso. El arma afilada cae directa sobre mi pecho y, de un fuerte empujón, lo baja hacia abajo. Me abre un gran corte en el pecho y lanza el cuchillo al otro lado de la sala. No puedo gritar porque la sangre llena mi boca y resbala por los lados. Las lágrimas sí salen, lloro por él; aún le quiero, sí. Mete su mano por el corte y busca algo. Yo no sé que es porque poco a poco la sala pierde su escasa luz y su rostro es ya casi una forma borrosa delante de mí.
Es cierto que el cerebro sigue vivo unos siete segundos después de que el corazón deje de latir. Lo último que vió mi dolorido cerebro fue a Patrick cumpliendo su promesa: hizo que los dos estuviesemos juntos para siempre, 
se comió mi corazón.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Thinspiration.

Yo también quiero ser como Ana. Quiero ser tan guapa y perfecta como ella.
Quiero saber su secreto, por qué ella es tan alta y tan delgada. Por qué nadie es capaz de dejar de admirarla. Por qué su ropa la queda genial y todo la cabe, todo la sienta tan bien...
Me gustaría que la gente fuese tras de mí con la ansia que van tras de ella. Deseo ser tan popular como ella, ser tan guapa y lista como ella. Tener su fuerza de voluntad.
Pediría por deseo de cumpleaños, cual niña pequeña, poder meterme en su piel. Aunque sólo fuese un día. Sentir su perfección en mis muslos rechonchos, en cada centímetro de grasa de mi cuerpo y poder jurar que algún día estaré así, como ella.
Porque es la que le gusta a los chicos. Es la que desean. Es por la que babean y con la que tienen sus sueños húmedos. Con la que se excitan, con la que se van. Ana.
Y no conmigo. Nada es conmigo. Yo soy sólo un estorbo en sus vidas cotidianas. Alguien quién no merece la pena ni que vaya a comprarse ropa porque nada me sienta bien, nada me cabe y no tengo ni gusto ni estilo. Los vestidos me odian por mis piernas gorditas y horrendas. Los tirantes me desprecian por mis brazos fofos. Los bikinis me miran mal por mi barriga. Los vaqueros no me hablan por mi culo blando.
Tengo para agarrar, pero muy mal esparcido. Es más, la gente prefiere sostenerse en las caderas huesudas de Ana que en las mías, rebosantes de grasa.
Seguro que si hacemos una encuesta masculina los resultados serían los siguientes:
Sí -> Tetas.
No-> Inteligencia.
Sí -> Sexo.
No -> Romanticismo.
Sí -> Sexo duro.

No-> Compañeras en la vida.
Sí -> Delgadez.
No -> Obesidad.
O sobrepeso. O apenas ligeros kilos/gramos sobre nuestro peso ideal.
Todas tenemos que pesar unos cuarenta kilos. O buscar un amor ciego. Tenemos que ser Ana's.
Es un camino duro, muy difícil por la idea de dejar de comer esos deliciosos y grasientos dulces. Es horrible por la cantidad de alimentos que dejamos de ingerir.
Pero merece la pena. Los resultados se notan. Pierdes peso rápido, los chicos se acercan a ti diciendo que ahora estás más guapa. Tú te sientes feliz por un momento y luego, a solas en tu casa, tirada en la cama, lloras por ser tan horrible. Desprecias el camino elegido pero es demasiado tarde para volver atrás: tú cuerpo le gusta estar así. Incluso, desea ser más esbelto y más delgado. Demostrar que dentro tienes huesos que forman tu estructura y órganos que se notan al ponerte la mano en la tripa. ¡Qué tripa! Sobre tu plano y reciente vientre.
Ahora sí que soy Ana. Mi deseo cumplido.
Ya no me miraré al espejo y veré a esa bola de grasa supurando ázucar por cada uno de los poros. Ya no me veré fea ni monstruosa. Ahora veré mi esqueleto y me sentiré feliz.
Ahora seré deseada.
Encontré mi inspiración. Thinspiration es una nueva forma de vivir y ver la vida.
Pero a mis seres queridos no les gusta. Dice que me puedo morir. Sólo podré morir así de belleza al contemplarme al espejo. Y cuando logre mi objetivo seré una divinidad griega. Seré la mujer que todos los chicos quieren. Sólo tendré que ponerme pecho. Tengo que renuncir a mis senos naturales para ser tan delgada. Tengo que rechazar a todo para que los demás me consideren preciosa.
Pero seguir a Ana ya no es efectivo. Estoy acostumbrada a ella. Será mejor que conozca a Mia para expulsar de mi interior todas las cosas malas.
Y es un vicio. Un ciclo.
No puedes escapar.
Ahora soy...
...perfecta.