No huyan.

No teman de la oscuridad que aquí se pueda encontrar. No come a las personas, no las absorbe. Sólo formarán parte de un mundo loco.
Entre sin miedo.

domingo, 19 de junio de 2011

Fácil de Corromper

Creía que habíamos aprendido la lección de esta serie de desafortunadas historias que la gente conoce como nuestra vida. Pensé que no volverías a fallar y ahí te tienes otra vez tendida en el frío suelo del desconsuelo escuchano de fondo la voz tranquilizadora y engreída de la felicidad. ¿Para que te vas a molestar en pensar que puedes alcanzarla si no siquiera puedes escuchar su débil voz?
Ve a la nevera y desenrosca la tapa de la botella de ese líquido espirituoso que tanto detestas pero atontada te deja, métete en la bañera con el agua caliente hasta arriba y húndete dentro; disfruta viendo como la sangre alcoholizada sale de los cortes que te has de producir en las muñecas, sabes que así te sientes mejor y, esa sensación, deja en la peor de las escalas a esa "felicidad" que es tan falsa y egocéntrica que sólo se hace feliz a sí misma. 
No te preocupes, no estarás sola; yo estaré contigo siempre porque algo superior nos unió y, aunque desee tu fallecimiento y mi huida de tu cuerpo, inevitablemente te necesito para subsistir. Recuérdalo: no puedes escapar de tu cerebro. 

martes, 7 de junio de 2011

Corto y conciso.

Cierra los ojos y respira, deja que la poca vida que te queda entre en ti. No pienses en el dolor que supondrá levantarse de ahí, ni se te ocurra recordar la pesadez de cada año; sólo hazlo. Vamos, demuéstrale al mundo que te da igual, enséñale que no va a romper tus esperanzas de un nuevo y mejorado mañana. ¿Acaso vas a dejarte vencer por un Don Nadie que cara no da cuando daña?

domingo, 5 de junio de 2011

Triste pero cierto es el fruto de la vida.

Cuando tenia solamente diez años sufrí un accidente, una mala postura a la hora de impulsarme en la piscina y me cuello dobló conforme el suelo se lo dictó. Me dolió, fue una angustia ardua que ni el hielo me calmaba, ni el frío absoluto le molestaba; fui al médico conforne no pasa, los pasillas y sus pulcras paredes y suelos... Todo ese olor a muerte me enturbió y asustó. Atemorizada conté el suceso y todavía recuerdo sus pablabas: Deberías haber muerto en tal impacto, me sorprende que sigas respirando. Fue... ¿Curioso? Escuchar a un médico decirme eso y sólo ponerme un collarín y reposo.
De ese accidente hacen casi siete años y hoy me ha dado por recordar qué hubiese pasado si ese golpe hubiese roto mi cuello y hundido mi esófago cortándome la respiración. Me he dado cuenta de la felicidad de las personas que, seguro, darían su alma para viajar atrás y ahogarme en ese momento de debilidad. Yo, les hubiese dejado. Habría sido yo quien les hubiese dicho las palabras de ánimo para acabar conmigo. La “epidemia Laura” hubiese acabado ese día y nadie más tendría que haberme sufrido. Mis amigos hubiesen encontrado a compañeros mejores y más útiles, mi ex parejas no hubiesen tenido que soportar a este bodrío tan asqueroso y patoso, mi actual pareja dudo mucho que tardase en encontrar otra y jamás hubiese hecho daño a personas que no se lo merecían; por un momento de sufrimiento podría haber librado a personas de la maldición que soy pero soy incapaz de remediarlo actualmente, el suicidio está muy visto y, aunque mi amado Sartre lo defienda, yo no creo que eso lo mejores. Nadie lloraría, posiblemente dos o tres personas, pero solo por un par de días hasta que mi recuerdo desaparezca; otros levantarían los brazos al cielo y aclamarían a Dios por producir semejante milagro para la vida.
Pero existe ese miedo que nos paraliza las manos cuando la cuchilla está preparada y oyes a tu alter ego gruñirte suplicando liberación y venganza pero tú sólo clavas la cuchilla en tu cuerpo y esperas a que la sangre calme al monstruo que eres; suplicas con lágrimas en los ojos que todo acabe y se haga la oscuridad eterna porque ya no mereces ir a ningún paraíso en donde todas esas buenas personas descansarán algún día. Llora en silencio mancillada porque a los demás puede molestarle el ruido del agua salada que tus ojos desean expulsar y recuerda para que fuiste creada: para soportar el dolor y el odio ajeno, para ver cómo las personas a tu al rededor crean nidos felices para unos prósperos años y no debes de sentir envidia con ello porque recuerda muchacha que no viniste para ser feliz si no para descubrir la vida de las miserias y abandonos, para que la gente te pisotee y no puedas hacer nada por defender tu derecho y orgullo porque no eres más que una pelusa que se balancea conforme la mueve el viento a su son, siempre hacia el huracán que es tu vida.
Admítelo, tampoco se debe estar muerta, la gente muere por comprobarlo.

Cuentas pendientes que se cumplen antes de desfallecer.

Cierra los ojos y deja que la oscuridad ocupe tu mente al completo. Abandona la visión de lo que crees real y, por un sólo momento, olvida cualquier cosa que es tu vida. Pon una cruz roja sobre mi retrato, quema mi nombre en las llamas que tu cerebro pueda crear en la más amplia sabiduría del dolor, desgarra mi cuerpo y déjalo tirado como la masa sanguinolenta que es. Jamás te preocupes por una pesadilla real, así que tómame como tal y échame de cualquier recuerdo de tu pasado para curar las heridas con un presente que proporcione algún futuro más adecuado que esta inmunde rata de alcantarilla pueda aportar.
Porque los caminos se distrorsionan y las personas hieren y marchitan a otras pero a todo se le presenta ese rayo de sol que luego tanto quema la piel. No dejes que una falsa ilusión que no merece ni medio suspiro rompa las cadenas de tu libertad y destroce las esperanzas de los nuevos días; en ocasiones la compañía no es la mejor, hasta tu propia sombra te abandona en la mismísima oscuridad y te abandona en el camino repleto de abismos sin apoyo, aunque siempre hay gente que te tienda esa mano que tanto necesitas así que aférrala y no la sueltes jamás, que no te preocupe dejar atrás lo que abandonas al huir de ese frío universo porque es mejor que la feliz te irradie a vivir en el más absoluto dolor. No hace falta que ese mal inunde y contamine la pureza de un ser.
El camino ha terminado, pero el viaje hoy por hoy continua y aunque las palabras decidan caer como cuchillos las heridas cerraran acompañada de olvido y nuevas emociones, porque aunque la vida constantemente nos demuetra que los sentimientos son heridas abiertas en los que la herida sigue doliendo por el tiempo que pase también nos quiere hacer saber que todo pasa y se arregla por el tiempo que haga falta y que por más que se sufra no hay mejor que llegar al final, recuperarte y ver como las cosas mejoran por si solas sentado desde la lejanía del campo de batalla. Y sin duda, para la mejor recuperacion del paciente, lo mejor que pyede pasar es que la cosa abandone rn una capacidad del cien por cien cualquier relacion tanto directa como indirecta que, por mucho que se quiera evitar, es lógico que el culpable desaparezca hasta nueva orden la faz de conocido terreno.

jueves, 2 de junio de 2011

Aprende.

Me hubiese gustado nacer con un contador de pasos al lado del corazón; así, podría haber contado todos y cada uno de los pasos que mi vida ha dado, podría sacarlo ahora y mirar la pantalla para saber la cantidad de caminos por los que he andado, por la cantidad de cruces que pasé y dudé.
Podría mirar dónde me equivoqué al andar, ahora mismo podría volver atrás y deshacer lo malo para que en un futuro no muy lejano, más próximo quizás que el propio presente todo se vea de manera armoniosa y no tenga que pelear ni discutir con nadie. Mi propia utopia al alcance sólo de mi mano, unido por un hilo vital a mi corazón que, aunque le disguste la compañía del aparatito de acero, entenderá mis razones y no tendrá miedo al error. Porque de los errores el ser humano aprende, el sabor del miedo a fallar nos nubla porque es agrio y nos deja huella en la lengua que tanto pánico nos da; pero necesitamos hacerlo para evolucionar.
Recuerda, comete errores, falla aunque no sea a cosa hecha, haz todo lo posible porque las cosas puedan ir a mejor siempre porque entonces te darás cuenta de que tu futuro no se basa en las cosas buenas que día a día cometas si no en la medida de fallos que cometas para aprender de ellos, la cantidad de lecciones que de esa forma aprendiste.