Una estrella que cruza el firmamento sin origen ni destino alguno; que sólo surca con brillo plateado el cielo oscuro que sobre nosotros se ría por la lejanía de nuestras almas que jamás llegarán a rozar la simple libertad de observar a todo el mundo por encima de las cabezas, de saber qué ocurre en casa momento y de volar sin fin alrededor de este mundo lleno de maldad y escasa bondad.
¡En menudo mundo nos hemos dedicado a nacer!
Si algún demonio surgiese de entre las grietas de este enfermo mundo, se asomase simplemente, volvería a su mundo proclamando que "el mundo de arriba" es más despiadado, que deben de subir a convivir con estos seres de carne humana, que no son más que trozos sedientos de beber más y más de las entrañas de su tierra para, con el fin, matarla y absorber su poca fuerza.
Humanos, que la Reina del Infierno os lo ruega: hacer algo bueno, ¿no? Que como sigáis así voy a tener que pedirle ayuda a ese que llamáis "Santísimo", que pasa de vosotros, que le dais igual, para que me de la mitad de sus tierras que a este paso desbordáis mi mundo. ¿Hacemos el cambio? ¿Me subo yo arriba y os dejo a vosotros la parrilla eterna?
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