No huyan.

No teman de la oscuridad que aquí se pueda encontrar. No come a las personas, no las absorbe. Sólo formarán parte de un mundo loco.
Entre sin miedo.

lunes, 18 de julio de 2011

Jamás imaginé la dulzura de una patata.

Attention: los personajes Alejandro y Bruno no son de mi propiedad ni de mi imaginación.
Son protagonistas de la historia "Sobre rock and roll y sándwiches mutantes" que es escrita en el blog http://elmundoesunteatrodecomedias.blogspot.com/ con su autora la fantástica Irene Alegría (:

Aviso: esta historia contiene YAOI, osea así relación entre chicos. Habrá sexo homosexual y yo soy MUY explícita así que si no te gusta, cierra la página y pásala a quién si le agrade. Gracias (;

- ¡Dios Mío! ¿Qué he hecho? ¿Cómo narices he acabado aquí? No puede ser cierto... Debe ser un error... No, no, no.
- ¿Por qué le das tantas vueltas? Si te ha gustado... ¿Acaso te dañé? ¿Hice algo mal? - su voz sonaba preocupada dejando atrás los matices del agotamiento que hasta hacía poco era lo que sonaba en el cuarto. 
- Eres un estúpido. ¿Qué has hecho para traerme aquí? ¡ERES UNA PATATA ASQUEROSA! - grité con todas mis fuerzas alzándome con los codos para quedar por encima de él. Los mechones marrones de mi pelo se desordenaron, aún más de lo que ya estaban, y me entorpecieron la vista y me alegré, porque me impedía ver su dulce rostro mirándome con ese deje de preocupación y obsesión.
- ¿Por qué me dices patata? - él también se levantó sobre su codo izquierdo quedando así de costado y mirándome.
- Porque tienes cara de tubérculo.
- Antes... - se acercó un poco más a mí, posó la palma de su mano sobre mi mejilla y me giró la cara. Su rostro se hallaba a pocos centímetros del mío pero sus labios no me rozaron sino que fueron a parar a mi lunar debajo del ojo. - ... Antes no decías lo mismo. - Y lamió esa marca oscura sobre mi piel con sensualidad.
Un escalofrío recorrió mi espalda y note como una inesperada erección comenzaba a surgir en mi entrepierna, la cual se encontraba tapada bajo la sábana de la cama de Alejandro. Desee que Lukas y Tianshi no aparecieran, que tardasen mucho más en llegar o dónde quiera que estuviesen. Como si mi pensamiento fuese un libro abierto, el muchacho que estimulaba mi zona erógena más extraña me susurró:
- Mis compañeros no volverán hasta dentro de un bueeeeeeeeeeeeeeeeen rato largo. Lukas está huyendo de Cameron y Tianshi andará estudiando. Tenemos el cuarto para nosotros solitos para hacer lo que queramos... Otra vez. 
Ahí iba, mi sangre se agolpeó fuertemente contra mis mejillas. "¿Cómo puede quedarme sangre para sonrojarme si estoy que exploto... más abajo? Ojala no se de cuenta..." Pero no se debe de dudar de los españoles así que, cuando me lanzó contra  la cama y se me echó encima acorralándome contra el blando colchón me dí cuenta de que ya era demasiado tarde para huir de Potatoman. Mi mente trabajaba al cien por cien buscando una escusa para no yacer más ahí desnudo. Qué difícil es pensar cuando tu sangre se concentra en cierto punto.
- He de cuidar a Dante. - Solté. El español sólo me miró por una décima de segundo antes de buscar mis labios; ágilmente me aparté. - Si lo dejo solo no sabrá ponerse el parche del ojo y jamás se le curará. Debo cuidar a mi gemelo.
Me fui a levantar pero mis muñecas fueron apresadas por las enormes manos de Alejandro que me volvió a recostar en la cama. No me dejaba escapar y eso no era una buena idea.
- ¡Déjame ir ahora mismo o te juro que te mato! ¡Quiero irme! ¡Si no me dejas ir, llamaré a Ivanka y te golpeará con su tubería! ¡Déjame! - Pero por más que insistía él sólo aferraba más mis muñecas y pegaba mi cuerpo contra el suyo.
Hábilmente, tiró la manta al suelo dejando ver perfectamente mi excitación a la vista. Tragué saliva al entender que mi erección había echado mi escusa por los suelos no, aún más abajo que eso. Pese a que mi cabello caía sobre mis ojos y el suyo me tapaba su cara podía ver en mi mente su cara de obsesivo con esa sonrisa de pervertido; ya sabía por dónde terminarían los tiros.
Su mano derecha abandona mi muñeca izquierda para dirigirse a otra zona más palpitante; el roce de su palma contra esa piel tan cálida y excitada sólo provoca que se endurezca más. Me sonrojo al simple tacto y me alegra que él no me vea porque poco a poco se acomoda para facilitar su trabajo. Comienza a subir y bajar la mano levemente, teniendo mucho cuidado con la piel; poco a poco aumenta el ritmo de las sacudidas y noto como mi corazón se asemeja con ellas: late con fuerza, manda sangre a todos lados de mi cuerpo pero en el fondo sé dónde se concentra. Mi mano izquierda, al darse cuenta de la situación en la que nos volvíamos a encontrar, se lanzá urgente a detener la suya pero, al entrever mis movimientos, su enorme mano izquierda apresa mi otra muñeca contra el colchón, no puedo hacer nada más que hundir la cabeza en la almohada y morder mi labio inferior entre placer y vergüenza. Cierro los ojos con fuerza, no puedo soportar la mirada gustosa de Alejandro al ver cómo me agrada lo que me hace; los ruidos lo evidencian: se agacha un poco sobre mi cuerpo, noto su aliento en mi miembro sin dejar de sacudirlo y un escalofrío decide recorrer en mal momento mi columna vertebral. Noto la humedad de su saliva rozar mi glande, los suaves roces de su lengua en esa parte tan sensible de mi cuerpo; de golpe, introduce mi miembro en su boca acaparándolo, apresándolo con sus labios y jugueteando con esa musculatura sin hueso... Bueno, con ambas.
- Ah... Ahh... Alejandro... - Por un momento la canción de "Alejandro" de Lady Gaga me pasa por la cabeza. <>. 
Noto su risa contra mi miembro. Mierda, él también ha caído.
Su lengua se mueve sensualmente por mi pene, de arriba abajo y buscando cada lugar en el que no lo haya hecho. Velózmente, saca mi miembro de entre sus labios para tragárselo de nuevo. Es un rítmo frenético, una montaña de sensaciones entre placenteras y de dolor porque, ¿quién me dice que no es sólo esta noche y luego me dejará? Esa idea ocupa mi mente por completo y noto como la sangre que se agolpaba en mi miembro se va poco a poco. Faltaba un gatillazo para animar la situación.
- No, no. - La voz de Alejandro, no enfadada ni disgustada, con ese tono tan suyo, me hace abrir los ojos. - Si quieres, no te la chupo pero yo te voy a dar placer.
Me pongo rojo ante tal afirmación, un dedo intruso en mi ano se adentra otra vez en ese lugar tan sumamente placentero aunque sea extraño. La sangre vuelve a su lugar pero esta vez no hay lengua que reciba la erección porque la saliva será ocupada en otro sitio: con movimientos circulares, rápidos y húmedos comienza a lubricar ese agüjero tan estrecho. Un dedo entra y sale para que la saliva entre perfecta.
- Túmbate boca abajo, - me dice con tono dulce pero con una nota de urgencia sexual -, y levanta el culo.
Giro mi cuerpo quedando totalmente expuesto a su deleite personal. Suelta al fin mis muñecas para que me coloque bien y porque necesita lubricar su miembro con una pequeña masturbación ensalivada. Se la haría yo pero... Sería demostrarle que esto me gusta, que quiero volver a sentirlo dentro, que quiero saber que se va en mí porque eso me hace creer que está más cerca de mí que nunca, más unido de lo que jamás ninguno de mis anteriores novios lo estuvo. Aunque, ahora que me paro a pensarlo, tal vez le doy a entender que me gusta ahora mismo que estoy levantando el culo para dejárselo fácil.
Dos dedos dentro, más saliva.
Tres dedos dentro, muerdo la almohada entre dolor y placer.
Los mueve, juega con ellos y veo estrellas a mi al rededor.
- Mé... Métela ya... - susurro contra la suave tela del almohadón que se haya bajo mi cara.Hala, admití que eso me gustaba... A mí manera.
No espera más: cambia los dedos por su miembro realmente duro y excitado, levanto un poco más el culo para facilitarle la entrada y, con un golpe seco, entra.
Arqueo la espalda por el placer y el dolor, un gemido sale de mis labios y eso le excita demasié a Alejandro produciendo que entre y salga con más movimiento, con más fuerza y con mucha más pasión. Agarra mi cadera con sus manos, hinca sus dedos en mi piel y apoya su pecho contra mi espalda sin dejar de entrar y salir. Adoro el roce de su piel desnuda y sudada contra la mia. Con fuerza dejo mis dedos en tratar de sujetarme a la cama para que su vaivén no me saque de la cama. Echo la cabeza atrás, no espero encontrarme con la de Alejandro pero por un poco le veo; miro de reojo sus ojos y parece que intercepta mi mirada y, por un sólo instante, nuestra vista nublada por el deseo se cruza. Una fuerte embestida, su mano en mi entrepierna de golpe subiendo y bajando la piel, sus dientes contra mi cuello y el sudor empapándolo todo. Típica película porno gay casera; aunque la litera no es muy erótica que digamos.
- Ah... Ah... Br... Bru... Bruno... Dios... No sé si p-puedo... Más... - gime Alejandro contra mi piel sin cesar su ritmo.
- Mam-mma mía... - Se me escapa en mi lengua materna pero qué más da -. Alejan... Alejandro...
Las sacudidas aumentan al oir su nombre, la velocidad de su mano también coge ritmo. No sé si puedo más, dudo mucho que aguante ese ritmo.
Y lo demuestro, me voy entre sus dedos, jadeo a su lado pero sus sacudidas no paran hasta que, al notar que la persona que tenia debajo se ha ido, descarga todo lo que tenía guardado dentro de mí. Escondo mi sonrisa de agrado y satisfacción al notarlo. Me gusta, me encanta. Le quiero.
- ¡¿Cómo has hecho para volver a convencerme de esto?! - Rujo cuando ambos caemos a la cama, agotados.
Él sólo me sonrie antes de abrazarme y colocar mi cabeza en su pecho. Su respiración se profundiza, no responde a mi pregunta; se ha quedado totalmente dormido.
- Si es que en el fondo, le quiero. - Esta vez, lo digo en alto por qué sé que no lo oirá. Jamás se lo admitiré.
Pero es la verdad.

viernes, 8 de julio de 2011

who.

Sus sollozos eran silenciosos y su sufrimiento también lo era, porque frente al resto del mundo no dudaba en mostrar aquella amplia sonrisa que dolía emocionalmente porque era carente de emociones, aunque eso solamente él lo supiera.
Se mostraba como alguien libre de preocupaciones al que no le afectaba nada, porque era preferible eso a caminar por el mundo cabizbajo y mostrándole a los demás las cualidades que te hacen humano y fácil de lastimar.

domingo, 19 de junio de 2011

Fácil de Corromper

Creía que habíamos aprendido la lección de esta serie de desafortunadas historias que la gente conoce como nuestra vida. Pensé que no volverías a fallar y ahí te tienes otra vez tendida en el frío suelo del desconsuelo escuchano de fondo la voz tranquilizadora y engreída de la felicidad. ¿Para que te vas a molestar en pensar que puedes alcanzarla si no siquiera puedes escuchar su débil voz?
Ve a la nevera y desenrosca la tapa de la botella de ese líquido espirituoso que tanto detestas pero atontada te deja, métete en la bañera con el agua caliente hasta arriba y húndete dentro; disfruta viendo como la sangre alcoholizada sale de los cortes que te has de producir en las muñecas, sabes que así te sientes mejor y, esa sensación, deja en la peor de las escalas a esa "felicidad" que es tan falsa y egocéntrica que sólo se hace feliz a sí misma. 
No te preocupes, no estarás sola; yo estaré contigo siempre porque algo superior nos unió y, aunque desee tu fallecimiento y mi huida de tu cuerpo, inevitablemente te necesito para subsistir. Recuérdalo: no puedes escapar de tu cerebro. 

martes, 7 de junio de 2011

Corto y conciso.

Cierra los ojos y respira, deja que la poca vida que te queda entre en ti. No pienses en el dolor que supondrá levantarse de ahí, ni se te ocurra recordar la pesadez de cada año; sólo hazlo. Vamos, demuéstrale al mundo que te da igual, enséñale que no va a romper tus esperanzas de un nuevo y mejorado mañana. ¿Acaso vas a dejarte vencer por un Don Nadie que cara no da cuando daña?

domingo, 5 de junio de 2011

Triste pero cierto es el fruto de la vida.

Cuando tenia solamente diez años sufrí un accidente, una mala postura a la hora de impulsarme en la piscina y me cuello dobló conforme el suelo se lo dictó. Me dolió, fue una angustia ardua que ni el hielo me calmaba, ni el frío absoluto le molestaba; fui al médico conforne no pasa, los pasillas y sus pulcras paredes y suelos... Todo ese olor a muerte me enturbió y asustó. Atemorizada conté el suceso y todavía recuerdo sus pablabas: Deberías haber muerto en tal impacto, me sorprende que sigas respirando. Fue... ¿Curioso? Escuchar a un médico decirme eso y sólo ponerme un collarín y reposo.
De ese accidente hacen casi siete años y hoy me ha dado por recordar qué hubiese pasado si ese golpe hubiese roto mi cuello y hundido mi esófago cortándome la respiración. Me he dado cuenta de la felicidad de las personas que, seguro, darían su alma para viajar atrás y ahogarme en ese momento de debilidad. Yo, les hubiese dejado. Habría sido yo quien les hubiese dicho las palabras de ánimo para acabar conmigo. La “epidemia Laura” hubiese acabado ese día y nadie más tendría que haberme sufrido. Mis amigos hubiesen encontrado a compañeros mejores y más útiles, mi ex parejas no hubiesen tenido que soportar a este bodrío tan asqueroso y patoso, mi actual pareja dudo mucho que tardase en encontrar otra y jamás hubiese hecho daño a personas que no se lo merecían; por un momento de sufrimiento podría haber librado a personas de la maldición que soy pero soy incapaz de remediarlo actualmente, el suicidio está muy visto y, aunque mi amado Sartre lo defienda, yo no creo que eso lo mejores. Nadie lloraría, posiblemente dos o tres personas, pero solo por un par de días hasta que mi recuerdo desaparezca; otros levantarían los brazos al cielo y aclamarían a Dios por producir semejante milagro para la vida.
Pero existe ese miedo que nos paraliza las manos cuando la cuchilla está preparada y oyes a tu alter ego gruñirte suplicando liberación y venganza pero tú sólo clavas la cuchilla en tu cuerpo y esperas a que la sangre calme al monstruo que eres; suplicas con lágrimas en los ojos que todo acabe y se haga la oscuridad eterna porque ya no mereces ir a ningún paraíso en donde todas esas buenas personas descansarán algún día. Llora en silencio mancillada porque a los demás puede molestarle el ruido del agua salada que tus ojos desean expulsar y recuerda para que fuiste creada: para soportar el dolor y el odio ajeno, para ver cómo las personas a tu al rededor crean nidos felices para unos prósperos años y no debes de sentir envidia con ello porque recuerda muchacha que no viniste para ser feliz si no para descubrir la vida de las miserias y abandonos, para que la gente te pisotee y no puedas hacer nada por defender tu derecho y orgullo porque no eres más que una pelusa que se balancea conforme la mueve el viento a su son, siempre hacia el huracán que es tu vida.
Admítelo, tampoco se debe estar muerta, la gente muere por comprobarlo.

Cuentas pendientes que se cumplen antes de desfallecer.

Cierra los ojos y deja que la oscuridad ocupe tu mente al completo. Abandona la visión de lo que crees real y, por un sólo momento, olvida cualquier cosa que es tu vida. Pon una cruz roja sobre mi retrato, quema mi nombre en las llamas que tu cerebro pueda crear en la más amplia sabiduría del dolor, desgarra mi cuerpo y déjalo tirado como la masa sanguinolenta que es. Jamás te preocupes por una pesadilla real, así que tómame como tal y échame de cualquier recuerdo de tu pasado para curar las heridas con un presente que proporcione algún futuro más adecuado que esta inmunde rata de alcantarilla pueda aportar.
Porque los caminos se distrorsionan y las personas hieren y marchitan a otras pero a todo se le presenta ese rayo de sol que luego tanto quema la piel. No dejes que una falsa ilusión que no merece ni medio suspiro rompa las cadenas de tu libertad y destroce las esperanzas de los nuevos días; en ocasiones la compañía no es la mejor, hasta tu propia sombra te abandona en la mismísima oscuridad y te abandona en el camino repleto de abismos sin apoyo, aunque siempre hay gente que te tienda esa mano que tanto necesitas así que aférrala y no la sueltes jamás, que no te preocupe dejar atrás lo que abandonas al huir de ese frío universo porque es mejor que la feliz te irradie a vivir en el más absoluto dolor. No hace falta que ese mal inunde y contamine la pureza de un ser.
El camino ha terminado, pero el viaje hoy por hoy continua y aunque las palabras decidan caer como cuchillos las heridas cerraran acompañada de olvido y nuevas emociones, porque aunque la vida constantemente nos demuetra que los sentimientos son heridas abiertas en los que la herida sigue doliendo por el tiempo que pase también nos quiere hacer saber que todo pasa y se arregla por el tiempo que haga falta y que por más que se sufra no hay mejor que llegar al final, recuperarte y ver como las cosas mejoran por si solas sentado desde la lejanía del campo de batalla. Y sin duda, para la mejor recuperacion del paciente, lo mejor que pyede pasar es que la cosa abandone rn una capacidad del cien por cien cualquier relacion tanto directa como indirecta que, por mucho que se quiera evitar, es lógico que el culpable desaparezca hasta nueva orden la faz de conocido terreno.

jueves, 2 de junio de 2011

Aprende.

Me hubiese gustado nacer con un contador de pasos al lado del corazón; así, podría haber contado todos y cada uno de los pasos que mi vida ha dado, podría sacarlo ahora y mirar la pantalla para saber la cantidad de caminos por los que he andado, por la cantidad de cruces que pasé y dudé.
Podría mirar dónde me equivoqué al andar, ahora mismo podría volver atrás y deshacer lo malo para que en un futuro no muy lejano, más próximo quizás que el propio presente todo se vea de manera armoniosa y no tenga que pelear ni discutir con nadie. Mi propia utopia al alcance sólo de mi mano, unido por un hilo vital a mi corazón que, aunque le disguste la compañía del aparatito de acero, entenderá mis razones y no tendrá miedo al error. Porque de los errores el ser humano aprende, el sabor del miedo a fallar nos nubla porque es agrio y nos deja huella en la lengua que tanto pánico nos da; pero necesitamos hacerlo para evolucionar.
Recuerda, comete errores, falla aunque no sea a cosa hecha, haz todo lo posible porque las cosas puedan ir a mejor siempre porque entonces te darás cuenta de que tu futuro no se basa en las cosas buenas que día a día cometas si no en la medida de fallos que cometas para aprender de ellos, la cantidad de lecciones que de esa forma aprendiste.