No huyan.

No teman de la oscuridad que aquí se pueda encontrar. No come a las personas, no las absorbe. Sólo formarán parte de un mundo loco.
Entre sin miedo.

domingo, 16 de enero de 2011

¿Ves el final del túnel? ¿No? Yo tampoco.

El sueño se ha vuelto oscuro a mi alrededor. Estoy sola en este entorno hostil sin salida alguna a ninguna parte. No la veo, tengo miedo. La Esperanza se marchó con la Ilusión a comprar Felicidad... No han vuelto todavía... ¿Qué les habrá pasado? Me prometieron que no me dejarían sola a merced de las horribles Ira, Dolor, Rabia y Desesperación... Que la fiesta no se iría con ellas sin mí. ¿Por qué no vuelven?
Y eso es lo que me produce este miedo inexplicable. ¿Estoy sola? ¿Abandonada? O, quizás, sólo son imaginaciones mias... No sé, no sé... Parece tan real que siento como la negrura se introduce en cada poro de mi piel y oscurece cada órgano de mi cuerpo. Me da frío. Me da terror. Me da... Gusto.
Se supone que tal sueño como es éste debería ser feliz y de colorines mas, es amargo y oscuro. Me marea y me distrae. Parece que subí a una montaña rusa sin cinturón y que a cada curva que dé, corro el riesgo de caerme de la atraccíon y precipitarme al vacío. O, tal vez, símplemente me he fumado el porro mal. Debería haber comprobado si la marihuana era bueno, si era de fiar; o quizás habrá sido por pegar el papel de periódico - con el que lo he liado - con superglú; y debería haberle pedido al "camello", ese señor tan raro con un tick en el ojo izquierdo y mirada extraña, que me explicase cómo se fumaba; por un lado ya sé que no.
A voz de pronto veo luces. Pequeñas e incandescentes bailarinas naranjas que guían y siguen mis pasos como alumbrándome en la oscuridad; pero son tan débiles para mostrármelos que todavía no encuentro una buena salida a ese tubo oscuro. Mis andares se guían por lo que mi cerebelo pueda decirme y los pasos a ciegas me acompañan. No noto nada al rededor mía, es como si no hubiese paredes cerca, no puedo concretar la distancia pero tal vez sí hay. O quizás no. Seguramente estoy en aquel lugar llamado limbo, al cual van los bebes recién nacidos que están sin bautizar - según los idiotas cristianos que se creen superiores a los demás por su bautizo - o el lugar en el cual los Dioses griegos reposaban mirando a los tontos mortales con aires de divinidad.
Pero... ¿¡Qué es eso!?
Una luz de golpe me ciega al final de este oscuro callejón.
Uso mis pocas fuerzas restantes para alcanzarla lo antes posible. Mis gemelos me queman pero las ilusiones no los paran. Y de golpe una idea me para los pies... ¡El cielo! Estoy muerta, este debe ser el puente oscuro que te lleva a su entrada. O no, no quiero morir. No estoy preparada. No he hecho nada para merecer esto. Por favor, Dios perdóname.
Sigo andando hacia la luz traicionera sabiendo que así podré pedírselo a la cara y que me perdone.
Mi corazón late con fuerza. ¿Mi corazón? Entonces... No puedo estar muerta. ¿O sí?
La luz me ciega por completo. Mi pulso se acelera. La atravieso
Miro a mi al rededor. Pero... ¡coño! ¡Si estaba en un túnel en la carretera!

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