No huyan.

No teman de la oscuridad que aquí se pueda encontrar. No come a las personas, no las absorbe. Sólo formarán parte de un mundo loco.
Entre sin miedo.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Poema de Invictus.

En la noche que me envuelve,
negra como un pozo insoldable,
agradezco a los dioses, si existen
mi espíritu inconquistable.
Caído en las garras de las circunstancias,
he gemido pero no he llorado en voz alta.
Ante las puñaladas que me deparó el azar,
mi cabeza sangra, pero no me he postrado.
Más allá de este lugar de furia y de lágrimas,
yacen los horrores de la sombra.
Pero la amenaza de los años me encuentra
y me encontrará, sin miedo.
No importará cuán estrecho sea el camino,
cuán cargada de castigo la existencia.
Soy el dueño de mi destino.
Soy el capitán de mi alma.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Me quedo quieta, sola; de pie.Espero una respuesta a la pregunta jamás hecha...

¿Por qué?
(Parte primera: Cuando el amor llama a tu puerta y tú no tienes fuerzas para responder...)
Oir su voz es aturdidor. Me confunde y me distrae. Me deja tendida a un borde de las sombras del pasado que quieren llevarme de nuevo con esos horribles recuerdos a los que yo ya negué visión en mi cabeza, los quiero olvidar para siempre. Parece que es imposible.
- Pa... Patrick... - susurro.
- Mía, cuánto tiempo sin verte. Te he echado tanto de menos... - él se acerca a mí. Tengo el impulso de correr pero mis piernas no responden a mis nervios. Es como si algo se hubiese interpuesto entre su conexión. Sé que es la influencia suya. Su dedo corazón e índice rozan mi mejilla. Su tacto es tan cálido y suave... - Y yo aún te quiero...
- Mientes. Siempre lo has hecho.
- ¿Qué te hizo pensar eso? - su rostro angelical se coloca a apenas diez centímetros delante de mí. Sus ojos azules penetran en mi alma y noto como mi rostro se relaja, como me envuelve su presencia; me tiene controlada.
No me doy cuenta de cómo la gente abandona la sale; incluida, Valeria. Nos quedamos solos en ese cuarto casi a oscuras.
- Pues... - tengo los labios secos. Me los humedezco con la punta de la lengua y Patrick entiende mal: me besa. Me aparto con fuerza pero su mano es más ágil y me atrapa, me secuestra con su cuerpo y me obliga a mirarle a los ojos. - Porque me usaste. Porque tú nunca me quisiste, Patrick. ¡Admítelo! Cuando estábamos juntos "intimidando" apagabas la luz para no verme, - comienzo a enumerar - nunca me miraste a los ojos y si lo hacías era de reojo, tú decías cuando debíamos hablar y cuando no, me quitabas las ilusiones con tus palabras, me traías a la realidad para hacerme sufrir y me trataste cual... cual desecho humano. Me... Me... Me maltr...
- ¡Te cuidé! - gritó. Sus manos se hunden con fuerza en mis costillas. Dolor; otra vez. - ¡Yo te dí todo lo que jamás tú tuviste! ¡Más que nadie! No te das cuenta de que el simple hecho de besarte, ¡era un gran favor! Por favor, eres una desconsiderada... - frunce el ceño y su rostro se torna agresivo, su voz amenazadora y sus palabras, cuchillos. Me apreta más contra él, hunde sus dedos en mi piel y la retorció. No pude reprimir un chillido. La música me lo acalla. - Debería haberte enseñado mejor a no irte cuando tuve ocasión. - Su mano se levanta con ansia. Me encogo, me escondo dentro de mi ser para no sentirla.
Imposible. Jamás se puede huir del dolor por mucho que trates de dejarlo a un lado. Siempre va a estar ahí. Y es lo que yo vuelvo a sentir cuando su mano toma contacto con mi rostro. Es volver al pasado, a esa época en la que dormía con miedo a no despertar jamás; cuando tenía miedo de llegar tarde a casa o de no tener sus cosas listas a tiempo. Cada fallo podía costarme la vida; todo era peligroso cuando estaba con él. Y ahora me vuelvo a acordar de ese horrible sufrimiento, de ese sabor a hierro en la boca.
Vuelvo a sentir su amor chocar contra mi cara.
- ¡ERES MÍA! ¿Cuándo te va a quedar claro, joder? Si no te hubieses ido de mi lado, ¡esto no estaría pasando! - me chilla. Sus manos se dirigen hacia mi garganta y mi espalda choca contra la pared. Me gana en fuerza, en masa muscular; en todo. Le sobra una mano de mi cuello que la dirige a acariciarme el rostro. - Sabes que yo no te quiero hacer daño... Que sólo quiero que te quedes conmigo. Pero tú, ¡no lo pones fácil! - su mano libre abofetea mi mejilla. Con la fuerza con la que me sujeta por el cuello apenas puedo dejar que mi cabeza siga su inercia y gire. Ya no siento el suelo bajo mis pies. - ¡Joder! ¿Por qué lo haces todo tan difícil? ¡Con lo fácil que es quedarse en un buen hogar!
- ¡Tú no me quieres! - grito. Trato de defenderme pegándole en el pecho con los puños pero apenas me quedan fuerzas, no le hago nada. - ¡Nunca lo has hecho! ¡Sólo has sabido maltratarme! - Su puño se encuentra con mi estómago, inevitablemente le escupo sangre a la cara.
- ¡Da igual que te quiera o no! ¡Eres mía! Sólo mía, ¿sabes? - su voz disminuye el volumen. - Te quiero. Siempre te he querido, Mía.
- Mentira.
Sus dedos se funden en mi cuello y noto como topan con la Aorta y la Yugular. No parece que vaya a disminuir la presión sino queinsiste en mover los dedos sobre ellas. Duele. Me ahoga. Sus puño libre apreta el lugar dónde se encuentra mi corazón. Sus dedos se hunden, parece que quiera arrancarme el corazón. No es la primera vez que lo hace, no es la primera vez que dice que algún día se comerá mi corazón para que estemos siempre juntos.
Yo no quiero.
- Eres mía, sólo mía.
Voy a jugar mi última carta.
- Sí, soy Mía. M-Í-A. Pero yo no soy TUYA. - Con las pocas fuerzas que me quedan le proporciono una patada en su intimidad.
Y me suelta de un golpe para retorcerse de dolor. Aprovecho que está de rodillas en el suelo para huir. Me llevo las manos al cuello para tratar de calmar el dolor y permitir que el aire entre mejor al cuello. Corro a duras penas hasta la puerta y uso el resto de mis fuerzas para tratar de abrir la puerta. Está cerrada; por fuera. Grito con insistencia suplicando ayuda, sé que nadie me va a abrir.
Un grito tras de mí me insta a girarme. No es buena idea. Patrick se lanza sobre mí y, agarrándome por los hombros, choca mi cabeza contra el frío suelo de mármol. Cinco veces. Desearía que me proporcionase ya la muerte pero sé que no se me dará ese gusto. Coloco mis manos en su pecho y empujo con fuerza, con la poca restante. Imposible. No hay forma humanda de quitarlo de encima. Con una mano agarra mi brazo derecho y tira con fuerza de él. Grito de dolor, del intenso sufrimiento que el dislocamiento de mi hombro supone.
- Eres una zorra malnacida... - se ríe. - Si quisieses vivir me hubieses matado en el instante que tenías la pistola ese último día que nos vimos. Pero no lo hiciste. Cobarde.
- No lo hice porque te quería... - sollozo.
- Y porque lo sigues haciendo. - Su mano vuelve a mi cuello - ¡Y ese es el peor error que puedes cometer en tu vida!
Su mano derecha se dirige atrás y saca algo. Brilla con la escasa luz del ambiente. Un cuchillo.
- ¡No! - grito - ¡No lo hagas, por favor! - me falta el aire - ¡Volveré contigo pero no me mates! - las lágrimas se deslizan por mis mejillas y llegan a su mano.
No me hace caso. El arma afilada cae directa sobre mi pecho y, de un fuerte empujón, lo baja hacia abajo. Me abre un gran corte en el pecho y lanza el cuchillo al otro lado de la sala. No puedo gritar porque la sangre llena mi boca y resbala por los lados. Las lágrimas sí salen, lloro por él; aún le quiero, sí. Mete su mano por el corte y busca algo. Yo no sé que es porque poco a poco la sala pierde su escasa luz y su rostro es ya casi una forma borrosa delante de mí.
Es cierto que el cerebro sigue vivo unos siete segundos después de que el corazón deje de latir. Lo último que vió mi dolorido cerebro fue a Patrick cumpliendo su promesa: hizo que los dos estuviesemos juntos para siempre, 
se comió mi corazón.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Thinspiration.

Yo también quiero ser como Ana. Quiero ser tan guapa y perfecta como ella.
Quiero saber su secreto, por qué ella es tan alta y tan delgada. Por qué nadie es capaz de dejar de admirarla. Por qué su ropa la queda genial y todo la cabe, todo la sienta tan bien...
Me gustaría que la gente fuese tras de mí con la ansia que van tras de ella. Deseo ser tan popular como ella, ser tan guapa y lista como ella. Tener su fuerza de voluntad.
Pediría por deseo de cumpleaños, cual niña pequeña, poder meterme en su piel. Aunque sólo fuese un día. Sentir su perfección en mis muslos rechonchos, en cada centímetro de grasa de mi cuerpo y poder jurar que algún día estaré así, como ella.
Porque es la que le gusta a los chicos. Es la que desean. Es por la que babean y con la que tienen sus sueños húmedos. Con la que se excitan, con la que se van. Ana.
Y no conmigo. Nada es conmigo. Yo soy sólo un estorbo en sus vidas cotidianas. Alguien quién no merece la pena ni que vaya a comprarse ropa porque nada me sienta bien, nada me cabe y no tengo ni gusto ni estilo. Los vestidos me odian por mis piernas gorditas y horrendas. Los tirantes me desprecian por mis brazos fofos. Los bikinis me miran mal por mi barriga. Los vaqueros no me hablan por mi culo blando.
Tengo para agarrar, pero muy mal esparcido. Es más, la gente prefiere sostenerse en las caderas huesudas de Ana que en las mías, rebosantes de grasa.
Seguro que si hacemos una encuesta masculina los resultados serían los siguientes:
Sí -> Tetas.
No-> Inteligencia.
Sí -> Sexo.
No -> Romanticismo.
Sí -> Sexo duro.

No-> Compañeras en la vida.
Sí -> Delgadez.
No -> Obesidad.
O sobrepeso. O apenas ligeros kilos/gramos sobre nuestro peso ideal.
Todas tenemos que pesar unos cuarenta kilos. O buscar un amor ciego. Tenemos que ser Ana's.
Es un camino duro, muy difícil por la idea de dejar de comer esos deliciosos y grasientos dulces. Es horrible por la cantidad de alimentos que dejamos de ingerir.
Pero merece la pena. Los resultados se notan. Pierdes peso rápido, los chicos se acercan a ti diciendo que ahora estás más guapa. Tú te sientes feliz por un momento y luego, a solas en tu casa, tirada en la cama, lloras por ser tan horrible. Desprecias el camino elegido pero es demasiado tarde para volver atrás: tú cuerpo le gusta estar así. Incluso, desea ser más esbelto y más delgado. Demostrar que dentro tienes huesos que forman tu estructura y órganos que se notan al ponerte la mano en la tripa. ¡Qué tripa! Sobre tu plano y reciente vientre.
Ahora sí que soy Ana. Mi deseo cumplido.
Ya no me miraré al espejo y veré a esa bola de grasa supurando ázucar por cada uno de los poros. Ya no me veré fea ni monstruosa. Ahora veré mi esqueleto y me sentiré feliz.
Ahora seré deseada.
Encontré mi inspiración. Thinspiration es una nueva forma de vivir y ver la vida.
Pero a mis seres queridos no les gusta. Dice que me puedo morir. Sólo podré morir así de belleza al contemplarme al espejo. Y cuando logre mi objetivo seré una divinidad griega. Seré la mujer que todos los chicos quieren. Sólo tendré que ponerme pecho. Tengo que renuncir a mis senos naturales para ser tan delgada. Tengo que rechazar a todo para que los demás me consideren preciosa.
Pero seguir a Ana ya no es efectivo. Estoy acostumbrada a ella. Será mejor que conozca a Mia para expulsar de mi interior todas las cosas malas.
Y es un vicio. Un ciclo.
No puedes escapar.
Ahora soy...
...perfecta.

viernes, 22 de octubre de 2010

El Tiempo vuela de entre nuestras manos, no somos capaces de usarlo.

- "You've never liked the clock. Tick tock tick tock. If only youth would last, but time goes by too fast..."
La estaba oyendo. Sí, debía ser ella.
Nuestro chico se da la vuelta; esa voz es facilmente reconocible.
- "Everybody needs someone to hold them sometimes and tell them that it's gonna be allright..."
Estaba cantando "Tick Tock" de Hush. Cómo le gustaba esa canción. Recordaba como se la solía cantar mientras, tirada en la cama, dibujaba sus retratos a lápiz para luego guardarlos en el fondo de su corazón.
Pero todo eso ya pasó. No había más amor entre esas dos personas, entre ese hombre y esa mujer; ya son adultos. Ya no creen en cuentos de hadas pero sí en mares helados que les separan, que lo hicieron y que siguen haciéndolo.
Pero amores así, no se olvidan. Amores por los que das la vida y el alma son los que perduran más allá de la muerte, fallecimiento... o cansancio. Pero no fue rutina su pena. No fue nada de eso.
Fue una historia más trágica... Posiblemente nada de eso no hubiese ocurrido si terceras personas no se hubieran entrometido en la relación. Posiblemente todo hubiese sido un sueño sólo. Posiblemente todo hubiese sido bonito. Pero la vida, no es justa...
- ¡No cruces! - repitió Noa.
- Déjala.
- ¡Cállate, Melanie!
- ¡A mí no me mandes callar!
- ¡Tú no pintas aquí nada!
- ¡Oh, vamos! Si estás loquito por mí desde cuarto. No lo niegues - se agachó un poco para quedar a la altura de Noa. Sus escote cayó al suelo, dejó ver todo.
- Eres... una zorra.
Un golpe seco del novio de Melanie fue suficiente para apartar al "amante" de al lado. Cae al suelo, al duro asfalto. Cierra los ojos. Se duerme en un frío sueño. Ya no siente nada más, sólo el ligero dolor de la jaqueca. La frescura de su sangre, su sabor. Y un sonido.
- "You say that time just flies, but mine goes slowly by..." - es Lisa.
Noa se levanta de un salto, se marea. Todavía le sangra la herida de la cabeza. Pero lucha por ver a Lisa, por verla. Debe estar furiosa. Pero todavía canta.
- ¡LISA! - exclama con sus pulmones llenos de desesperación.
Quería abrazarla, decirle que lo que había visto no era real. Explicarle todo y rogar su perdón. Y la ve. Al otro lado de la carretera nevada. ¿Nevada? Nunca nieva en su ciudad.
- Lisa... cariño...
- "Tick Tock..." - sigue cantando.
Lleva el mismo vestido del día en que la conoció. Ese que a primera vista parece arrugado. Ese que lleva un bonito cinturón de cuero trenzado. Ese que la hace parecer un ángel. Y lo es. Es un ángel hermoso, paciente y bondadoso. ¿Por qué iba a quererla hacer daño?
- Tú lo eras todo... - susurra con su voz angelical Lisa.
Noa no sabe dónde meterse y trata de avanzar. Enseguida vuelve atrás. Le duele la pierna que ha cruzado la línea blanca. Le está sangrando. un corte profundo. ¿Cómo? Alarga un brazo y, al cruzar de nuevo ese fino trozo de pintura, algo corta la palma de su mano.
Y Lisa está de frente a la línea. Piensa cruzar.
- ¡Lisa! ¡No! ¡No lo hagas! ¡Hay algo raro! ¡Morirás!
Al oír esa última palabra los ojos dorados de Lisa se iluminan más. Mira al frente, hacia Noa. Parece que le atraviese con la mirada. 
Avanza.
-  Te quería tanto...
Sus ojos están llenos de lágrimas. Su pelo se mueve alborotado a causa del... ¿viento?
- Lisa, ¡atrás! - le aconseja Noa.
Entra entera en la carretera. No parece que le haya pasado nada.
¡Zas!
Su camiseta se rompe. Un corte en el estómago. Sangra.
Avanza.
- Eras todo para mí...
Otro corte más grande al lado del primero.
- ¡Lisa! ¡Sal de ahí!
Noa hace ademán de entrar mas otro corte en el tobillo le impulsa hacia atrás.
- Noa... ¿por qué? - avanza. No pasa nada. - Te quiero.
- Y yo a ti, cielo... - está tirado en el suelo mientras ve a Lisa parada.
Sus miradas se enfrentan. La de su novia es tan fría como la nieve del suelo. Algo la mata por dentro. Un error del pasado la ahoga.
- Mentira.
Y avanza. Un corte bajo la clavícula. Se acerca sitio peligroso.
- ¡Sal de ahí! - Noa se pone de nuevo en pie. Quiere avanzar pero tiene miedo.
- Has jugado conmigo... Me has usado... - avanza. Un mechón de pelo sale volando. - ¿Por qué me hace esto? - avanza. - ¿Me quisiste algún día?
Lugar peligroso. Dos cortes en el cuello. Parecen finos, sangran.
- Lisa, yo te quiero sólo a tí...
- ¡Deja de mentirme! - las lágrimas inundan sus ojos. Corre. Dos zancadas sólo.
Se oye un grito. Noa abre los ojos al máximo. Una de las lindas orejas de Lisa es amputada por completo. Pero ella se levanta. Apenas da un paso a ciegas cuando la otra sigue a su compañera.
- Noa... - susurra Lisa.
- ¡Lisa! - no se atreve a entrar por miedo. Pero quiere. Quiere ir a ayudar a su novia la cual le mira suplicándole ayuda. - Te quiero, te quiero, te quiero y te quiero. - Un corte, esta vez profundo, emerge en el suave cuello de Lisa. Sangra mucho. - ¡Te juro que no es mentira! Eres... lo único que me anima la vida. Te amo.
Es demasiado tarde. Lisa es incapaz de oirle ahora. Apenas puede respirar ya.
- Noa, Noa, Noa... - solloza en el suelo. Pero se vuelve a levantar. Le queda poco para llegar al centro de la carretera.
- ¿Qué pasa? ¡¿Qué coño pasa?! ¿Quién está haciendo la gracia? ¡Para por favor! ¡La vas a matar! - chilla Noa. Sabe que nadie la va a responder. Es más, duda de que alguien vaya a escucharle. Ahora está solo y nada más puede hacer una cosa. No se atreve.
Lisa da pasos a ciegas, no puede mantenerse ya. La sangre la está manchando su bella cara. No puede oir. Perdió el equilibrio al quedarse sin oído. Su vestido blanco ya no lo es, ahora el rojo tiñe su piel. Es su nueva marca. Sufre. La duele. Está avanzando poco a poco. Está encerrada en un huracán de dolor creado por el suyo propio y se acerca al ojo de este. Sus lágrimas se entremezclan con la sangre que corre por su cara y cuello. Está destrozada, no puede más. La queda poco. Cuando termine podrá descansar.
Llega al ojo. La parte más peligrosa de la vida, de la existencia... Del dolor.
- ¿Has oído hablar de la forma más fácil de dejar a alguien sin su único apoyo? ¿Sabes cómo hacer que alguien pierda el caminar? - dos cortes justos atraviesan sus tobillos y la dejan caer al cuelo de bruces - Es quitándole lo que más quiere... Noa... Tú eres mi apoyo... mi camino... - Sigue llorando pero es capaz de reincorporarse hasta quedar sentada de lado. Estira un brazo pero lo pierde. Su otra mano va directa a tapar la herida de su hombro derecho. Ya no puede escribir bonitas canciones, ya no puede pintar como lo hacía. De golpe, lo mira seria - Tú controlas mi vida; si juegas conmigo, me romperé; si me cuidas, sobreviviré.
Noa sabía a que se refería. Pedía ayuda. Demasiado orgullo cómo para pedirlo directamente, así lo hacía. Y él no hacía nada para ir a socorrerla. 
- Lo siento... Lo siento por todo... - dice arrepentida Lisa -  Si... Te he hecho daño... He jugado contigo... No te he valorado todo lo que tenía que hacerlo... No sé que te he hecho para merecer esto pero perdóname... - solloza.
Estaba de pie en el bordillo de la carretera mirando como su chica moría. Y lo hace. Corre. Corre hacia ella y nota como cuchillas afiladas cortan en sus piernas. Nota presión en ellas y se asusta. Pero sigue corriendo. Llega hacia Lisa y se arrodilla ante ella. Le duele todo y nota los cortes y las presiones, le da igual. Dibuja un corazón con su mano para Lisa pero esta sólo echa más a llorar. Moja su dedo en su propia sangre y lo dibuja en la palma izquierda de Lisa. Esta vez, no llora. Se acerca para darle un beso, un último beso.
Se oye un ruido. Cada vez más cerca. No saben que es. Quieren el beso. Lo desean. Están ya cerca cuando ella le da un ligero roce en los labios, le dice "te quiero" y se aparta de golpe. Su cabeza, su bella cara, es partida por la mitad. Se desliza hasta caer al frío suelo nevado. Está muerta. El cuerpo "inerte" de Lisa, de un empujón, aparta a Noa de su lado y lo tira en la carretera.
Noa vuelve al mundo real. Oye nítidamente la voz de Lisa diciendo que se aparte. ¡Está viva! No tiene ni un sólo rasguño. Grita un fuerte "Te Quiero". Una sonrisa asoma en el trsite rostro de Lisa. Pero Noa no ve el camión que viene. Sí ve como el camión arrolla a Lisa. Como un brazo de ella cae al otro lado, como su cabeza rueda hasta descansar a su lado. Nota como la sangre de su chica mancha su rostro. Por un momento no siente las ruedas del enorme camión pasar sobre sus piernas, como destroza sus huesos.
Sólo siente que una parte de él murió con Lisa.
Y ya han pasado casi 50 años de aquella trágica tarde de Otoño en la que perdió a su ser más querido. Y aún sentado en su silla de ruedas, mirando a su única compañera en el mundo, su perra de raza Terranova llamada Lizza, ya mayor, es todavía capaz de oír la dulce voz de Lisa cantando para él.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Ella no quería... Su interior la obligó.

- La encontramos ayer.
+ ¿Y cómo está?
-Tiene buen aspecto
+ ¿Sí? Eso está bien. ¿Mejor que ayer?
- Claro que sí. Esto la ha sentado de maravilla. Gente como ella debería hacerlo.
+ Sí... Siempre sonriendo estaba... Falsa; pero sonrisa. Era un gran apoyo cuando estabas mal. Podías jugar con ella sin peligro a que se cabrease. Un trozo de pan... manejable.
- ¡Y que lo digas! Una persona muy alegre y entretenida. Perfecta para usar y tirar.
+ ¡Cuál kleenex!
*Ambos rieron*
+ Pero, calla. Que estabamos hablando.
- Sí, de ella. De la loca. *Volvío a reir* Que quieres que te diga, ha sido su mejor opción. La dije que tuviera fé y, ¡mira! Se entregó a por lo que últimamente vivía.
+ Al fin dejó de vivir en suciedad. *Una sonrisa escapó de sus labios* Yo no la dije nada, simplemente, pasé de ella.
- Es que vos soís más importante que ella.
+ Oh, cállese brivón. Que pareja, ¡ya tengo!
- Y yo.
+ ¿Tan pronto?
- Ayer, mientras ella curaba, yo yacía en cama con otra.
+ Maravillada me deja. Y, ¿quién es la afortunada?
- La morena de rizos.
+ ¡Buena elección! Lista y atractiva, ¡mucho mejor que la anterior!
~ De cuerpo presente está...
- Igual me da. ¡Si ya lo sabía! La venía oliendo de lejos.
+ ¿qué me dice? ¿No le dijo nada?
- Decir... dijo. Pero caso no hice.
+ ¡Cómo siempre!
*Volvieron a reír*
+ Lo importante es que bien ya está. Y más hermosa.
- ¿De gorda o de cara?
*Sus risas se volvieron a sonar por el lugar*
+ De lo primero, de lo primero... Aunque el maquillaje cara bonita la hace.
- ¡Imposible!
+ Con kilos tal vez...
- Incluso.
+ Pero, ¡pardiez! Tú yaciste con ella.
- Y, ¿qué?
+ ¿Amor no tenías?
- En tiempos de guerra, cualquier agüjero trinchera es.
~ ¡Ella siempre os ayudó!
+ Y, ¿qué? Ayuda nadie pidió.
~ Mejor me lo pone. Preocuparse por vos su trabajo no era.
- Ahorrase los comentarios podía.
+ Inútiles eran.
~ ¡Pardiez! ¡Siéntense! Oradores no serán, criticones... ¡Su gremio!
*La pareja se sentó en los abandonados asientos. Todos los allí presentes parecían estar en su mundo. Nadie hacía caso a la protagonista del evento. Jamás lo hicieron*
~ Este es un acto serio, señores. Tomárselo a risa no deben. Y por lo que veo *mira a los presentes al evento* nadie parece con ganas de hablar.
^ ¡Yop!
*Al fondo de la sala un chiquillo sale. Con pasos vacilantes al centro se acerca. A los pies se coloca, al público de espaldas. Mira a la protagonista a la cara. La escupe. Se va*
~ Puag. Bueno, si no hay más que añadir... ¡Adiós y buen viaje chica...! Chica de tu Nombre no me Acuerdo. En agua naciste y en agua falleciste, mas ahora en tierra reposas.
*Por un gesto del cura tiraron tierra sobre su cuerpo, sobre el cadáver sin nada de la muchacha suicida. De un puente se cayó por dolor y de agua purificadora se llenó. Su cuerpo hinchado. La encuentras. La dan por muerta. En el agüjero la dejan sin nada.*
*Pero ella lo ha oído todo. A observado a los presentes. Indiferencia y desprecio es lo que recibe. Con pena y dolor se queda.*
*Porque, aunque por muerta la toman, 
ella viva está.*

jueves, 14 de octubre de 2010

Muérete.

Pides perdón pero no te escuchan. Pides igualdad y te toman por loca. Gritas, gritas, gritas y gritas pero nadie está ahí para escucharte.
Admítelo, estás sola. No tienes a nadie en el mundo que escuche ni tu llanto ni tus suspiros. No hay nadie en ese mundo capaz de entender tus miserias y poder ayudarte con ellas. Estas tú sola, no lograrás hacerte con ayuda pero si con aliados.Haz amigos, de los falsos; de los que no les importen tus sentimiento y sólo quieran saciar su sed de ser escuchados, sus ansias de poder sentirse superior a ti y entonces, sólo entonces, podrás sentirte mal. Pero sobrellévalo. ¿Por qué? Porque estas viva. Porque tienes gente - que te odia - a tu alrededor. ¿Qué es mejor que eso? Nada. Porque saber que estas rodeada de tus "amigos", (oh sí, falsos amigos; de los mejores, de los que te matan, te hieren, te insultan, te hunden; los mejores.),  es suficiente para ser feliz. No hay más. Tú no mereces tener más. Tú ni siquiera mereces la pena, la gracia es que todavía estés viva; yo quiero que te mueras, ¿sabes? Para mí tener que soportar a alguien como tú es ¡horrible! Ya bien podrías ser una chica normal de esas que ves por todos lados - en clase, en la calle, en tiendas... - y pensar como las chicas de tu edad y no cómo si fueses... adulta. Porque en el fondo eres una cría encerrada en el cuerpo de una niña que está pidiendo auxilio pero con demasiado orgullo como para aceptarlo, niñata. Moribunda, furcia, asquerosa. Aún maldigo la hora en la que nos conocimos, ¿sabes, chata? Hubiese preferido ir con otra mucho mejor que tú pero el Mercado estaba mal y pues... toca lo que toca. Si no puedo acceder a nada mejor pues tú misma sirves por unos años hasta que estes hundida hasta el fondo y se te ocurra la idea del suicidio para dejarme libre. Ansio tu muerte para volver a elegir. Porque... en el fondo me importas... poco, lo sé; mejor que nada. Ya estoy empezando a cansarme de oír tu llanto por la noche porque no eres capaz de vivir bien. ¿Algún día irás al psicólogo a que revise? Que la almohada sabrá todas tus penas pero no hay nada más deprimente que escribir chorradas y luego tragártelas para que la gente no las lea. Que tu estómago ya está harto de la dieta de papel y tinta que le llevas, que quiere comida de verdad que hace días que no la comes para parecerte a los demás.
Pero tú sigue como hasta ahora: pensando que la vida ya no merece la pena, pensando que siendo proana todo se solucionará, pensando que escribes y haces las cosas bien y luego trágatelas - porque al mundo no le interesa nada de lo tuyo -  ; todos deseamos verte fallecer.
Atentamente,
tu cerebro.

lunes, 11 de octubre de 2010

Cuando el amor llama a tu puerta y no tienes fuerzas de responder...

Mis pasos me llevan a la casa de Valeria. Me llevan a ese chalet de paredes blancas tras la valla decorada con cipreses a medio crecer de un verde que alegra la vista. Se oye música y eso que todavía estoy a dos pasos de cebra. Los acordes de Auburn con su canción "La, La, La" provocan que mis pies den trompicones mientras caminan. Ya no sigo ni a Diana ni a Blanca. Me conduzco yo sola hasta la música.
Salto sin dificultad alguna la puerta pequeña de color blanco y me encamino por las piedrecitas hasta la entrada abierta. Me topo con mucha gente que no conozco de nada, ni les entiendo. Debería haber aprendido francés para comunicarme pero no quise. Ahora me arrepiento. He perdido de vista a mis compañeras pero no me preocupo, tengo otra misión en mente.
Cruzo el primer pasillo empujando a varias personas que me miran molestas. Salgo al pequeño patio interno con piscina, perfecta para las nevadas de Francia, donde parece que todo está más calmado. Me entran ganas de alejarme del bullicio y quedarme allí; sin gente, con unas suaves notas rozando el ambiente, un estado perfecto de relajación. Pero tengo que seguir, es una verdadera pena. Vuelvo a entrar en la casa y la música me vuelve a hinundar por completo. La gente con apariencia de modelos baila por todas las esquinas, no me deja avanzar. Me abro otra vez a empujones y recibo esa misma mirada asesina de antes. De golpe me choco con una muchacha un tanto alta, lleva tacones, y un bonito vestido blanco abierto pero los costados pero sin enseñar mucho gracias a una especie de cuerdas finas de cuero decorativas.
- ¡Mia! ¡Al fin llegas! - parece que me conoce. "One, two step" de Ciara pasa a ser la sucesora de Auburn. Contemplo otra vez a la chica, estamos en el pasillo y apenas la distingo gracias a la escasa iluminación. Pero... ¿de qué me suena? - Hace ya que tengo lo tuyo y además te tengo guardada otra sorpresa - me guiña el ojo. - Sígueme.
Pese a que su voz me suena aún no la reconozco, pero la sigo.
Me guía por el pasillo y la gente se va apartando a su paso. Me deja impresionada pero ya sé quién es ella. La anfitriona, Valeria.
- ¿Qué sorpresa? - pregunto. Me siento vulgar: voy en vaqueros largos, mis viejas y roñosas convers negras y una camiseta cualquiera.
- Ya verás - dice con su voz cantarina - pero te tendrás que arreglar... - sí, se ha fijado en mi indumentaria.
No dice nada más pero me lleva por la inmensidad de pasillos. Ese chalet es más grande de lo que parece a simple vista. Llegamos a un pequeño armario en pleno pasillo y se mete por completo dentro. Me quedo fuera a su espera dónde una pareja se está dando el lote a mi lado. Me siento ridícula entre tanta modelo y tanto semental con pareja. Cruzo los brazos en el pecho y me lo aplasto. Me siento la rara y la marginada. La mano de Valeria sale del armario buscándome. Extiendo mi mano para coger la suya, me tira hacía adentro. Ahí apenas se escuchan los acordes. Es el típico vestidor de toda casa adinerada repleto de estantes con zapatos, ropas y demás complementos. Mi amiga sujeta un vestido parecido al suyo pero no igual: el suyo es un poco más largo y se sujeta por el cuello con una espcie de banda aterciopelada negra; el mío, en cambio, es palabra de honor y con las tiritas de cuero negro en vez de marrón claro; tiene hondas por el corpiño. Es precioso. Al lado hay unos tacones negros sencillos, no hay mucho detalle de ellos. Los que moría de ganas de probar. En la otra mano sujeta una diadema negra doble y unos pendientes que parece ser que me ha cojido prestados. ¡Ah! Sí... se los dejé yo hace meses y jamás me molesté en pedírselos de nuevo.
- Te mato, - respondí - ¿cuánto cuesta todo esto?
- El precio da igual, hay que arreglarte. Ahí tienes dónde cambiarte - me señala un espacio entre un abrigo grueso blanco y una estanteria llena de zapatos - yo te esperaré fuera.
Me lio un poco con las cuerdas del vestido pero me lo logro poner, me queda mejor de lo que me esperaba. La canción se cambia por la de "I like it" de Enrique Iglesias. Me suelto el pelo y dejo que las hondas naturales de mi cabello se acomoden detrás de la bonita y delicada diadema negra. Me pongo los pendientes y me calzo los tacones. Me siento una princesa. Me observo en el espejo y me encuentro a una persona totalmente distinta a la que había venido a la fiesta. No me molesto en maquillarme más de lo que ya estoy: me gusta mi sencillez.
Salgo fuera y ahora los modelos me miran con asombro. Se preguntarán dónde está esa chica tan extraña que ha entrado antes y quién soy yo. Lo que hace arreglarse un poco, te quita complejos. 
Valeria me sonríe y me conduce a otra habitación.
Me siento como una diosa al recibir alguna que otra mirada de esa gente tan preciosa y sin prejuicios. Me siento como una griega divinidad. No me siento yo por una noche y me encuentro... bien. Es como si renaciese de unas horrendas cenizas y todo quedase atrás mientras yo parto hasta el Sol sin deslumbrarme por él, yo puedo brillar tanto como él o, incluso, más.
Entramos en la habitación dónde diversos sofás dan comodidad a varias personas. Apenas distingo a las personas de la sala ya que la luz es muy escasa y no les da de pleno en su cara. Me gustaría saber quiénes son.
- Mia, aquí tienes tu segunda sorpresa. - sonríe Valeria.
La música cambia a los relajantes y melancólicos sonidos de "Suicide" de Rihanna. Un chico avanza un paso y sonríe. La silueta de su blanca dentadura se conrasta con la oscuridad del cuarto. Noto que me falta el aire.
No creía capaz de enfrentarme a ÉL.