No huyan.

No teman de la oscuridad que aquí se pueda encontrar. No come a las personas, no las absorbe. Sólo formarán parte de un mundo loco.
Entre sin miedo.

viernes, 1 de abril de 2011

El cambio del mundo celestial

Desde la ventana de su cuarto podía ver la gran extensión de la arena más blanca y pura que jamás había podido ver en vida. Su tacto era suave, según ella recordaba, y tan confortable que incluso su cama estaba hecha de la misma materia que todo lo que allí se formaba: la perlada arena. La luz no la cegaba nunca, aunque pareciese imposible, porque todo en tal mundo brillaba con una luz propia casi inhumana. Y nada de allí lo era. Cuando vivía en la tierra, por ese corto espacio de tiempo, aprendió que la gente no valoraba lo que en verdad importaba. Ella trató de cambiar sus opiniones, logró que unas pocas personas se diesen cuenta de una belleza descomunal que sólo está en los pequeños detalles. 
Videos, ellos fueron sus soldaditos en tal batalla sin lucha. Sus armas ante la incultura y lo deshonroso. Sus combatientes en pleno internet al frente del mundo.
O sonrisas. Delicadas y dulces que eran capaces de provocar olvidos en los malos momentos, todo cobraba la misma luz que ella misma sentía correr por su venas desde el momento en el que pisó tal preciosa tierra.
Una ligera brisa mueve su blanco vestido. La verdad es que jamás pensó que realmente todo fuese así de blanco y puro. Por un momento, pensó en la chorrada más grande que eso suponía pero, ¿quién era ella para juzgar al mismo paraíso?
El viento revuelve sus cabellos negros y los deja arremolinados a ambos lados de su morena cara con un encantador desorden. Sus ojos se fijan en el horizonte donde puede afirmar que es capaz de ver a dos nuevos invitados venir a su nuevo hogar. Sonrió al recordar gratos recuerdos que vivió junto a esas dos personillas. Así que, lo menos que puede hacer, es acercarse a saludarlos por los viejos tiempos. 
Extiende sus alas blancas de ángel y paloma. Una ráfaga de aire se desprende de ellas y revuelve su cuarto. Con un suave impulso salta por la ventana y vuela por las nuves esponjosas hasta llegar al lugar.
Dos muchachos claramente distintos y de dulces voces.
La muchacha sonrió.
- Te estábamos esperando... - susurró uno en alemán - ... Valeria.

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